viernes, 1 de abril de 2011 |

Rodrigo Alonso 

La intervención imperialista en Libia es más perversa y maquiavélica contra los revolucionarios libios que las maquinaciones de un torturador que busca hacerse con la voluntad de su víctima, incluso despertando sentimientos de “aprecio” hacia el maltratador generando situaciones de dependencia, en una especie de síndrome de estocolomo. El imperialismo, consciente de que la revolución libia rechaza su intervención, incluso con carteles que pedían a los extranjeros que se mantuvieran alejados, no actuó cuando Gadafi estaba perdido, ( está por ver cómo remontó aquella situación) sino cuando los revolucionarios estaban más debilitados y atrapados, con la intención de erigirse en salvadores de la democracia en Libia.

Esto demuestra que su principal interés es evitar la revolución aprovechando esa debilidad en su propio beneficio. Tratan de recolocar en su sitio las piezas que se le han movido. Aún así, parece ser que no ha sido suficiente, y ayer permitieron a Gadafi recuperar terreno, ¿Significa eso que el imperialismo ha aflojado su presencia en Libia? Nada de eso, después de que los rebeldes han perdido territorio, EEUU da luz verde para que actúe la CIA en territorio libio. El imperialismo ha soltado hilo de la caña de pescar para luego volver a tirar de él, creían que un avance temporal de Gadafi les favorecería.

Lo que los imperialistas buscan es la forma de frenar la espiral revolucionaria que se extiende por los países árabes y que sirve de ejemplo incluso entre los trabajadores que luchan por sus derechos en la misma sede del imperio . El mensaje que intentan inculcar a los revolucionarios libios, y por extensión a Siria, Yemen, Jordania, Bahréin... (la intervención en Libia es una intervención en todo el mundo árabe) … es que nada se puede hacer sin el permiso del imperialismo, sin seguir los consejos el Tío Sam y sin la ayuda de la OTAN, por lo que no hay más remedio que rendirle pleitesía al capitalismo mundial. No obstante, ya lo vimos en Túnez y Egipto, los pueblos, una vez se han alzado, no aceptan que les impongan lo que no han pedido

De todos los órganos de poder popular que han surgido en la revolución Libia, incluyendo Un Consejo Nacional de Transición que se constituyó en Benghazi, la coalición de países occidentales otorgó su reconocimiento al Consejo Nacional Libio de Transición encabezado por el antiguo ministro de Justicia de Kadhafi, que se unió a los sublevados.

El imperialismo intenta escoger a sus interlocutores e imponerlos a los sublevados como dirigentes. Eso le permite apartar a los revolucionarios naseristas, a los comunistas y los khomeinistas.
El objetivo es adelantarse a los acontecimientos y evitar lo que sucedió en Túnez y en Egipto cuando el imperialismo puso en marcha el gatopardismo y los movimientos lampedusianos (parece una ironía de la Historia que la población que más está multiplicando su demografía a causa de las revoluciones árabes sea precisamente la isla de Lampedusa) y trataron de imponer un gobierno del partido de Ben Ali sin Ben Ali o un gobierno de Suleiman sin Mubarak, gobiernos que los revolucionarios derrocaron igualmente.

La solución para la revolución Libia no pasa por una invasión imperialista. Los pueblos árabes, que tienen demasiado presente las matanzas de las tropas americanas en Iraq, en Afganistán, las imágenes de Abu Ghraib..., lo saben.Creer lo contrario significa tener poca confianza en la revolución y en el poder del pueblo. Este proceso revolucionario puede dirar años y Libia es un capítulo más de un libro más extenso que abarca no sólo a los pueblos árabes, sino del mundo entero. La solución en Libia pasa por fomentar los órganos de poder popular y la adopción de un programa revolucionario que garantice al pueblo las conquistas sociales y libertades que reclaman y que la alianza de Gadafi con el imperialismo y su régimen de cleptocracia son incapaces de ofrecer.

Las consigna es clara, ¡No a la intervención imperialista! ¡No al régimen de Gadafi!

Salud y Revolución

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