La diferencia entre la propaganda leninista y la hitleriana (José Méndez)

viernes, 1 de abril de 2011 |


 

   
Son muchos los expertos en asunto de propaganda que señalan que existen métodos distintos de aplicación de la propaganda leninista y la propaganda hitleriana, por ejemplo, Domenach - Manifiesta - que en la concepción leninista la propaganda es “la traducción de la táctica”, pero sus eslóganes responden siempre a una realidad, cuando Lenin dice “tierra y paz”, realmente propone expropiar las tierras a los terratenientes y firmar la paz con los Alemanes.
Lenin recoge en el ¿Qué hacer? La distinción de Plejanov y distingue incluso las características y los medios a través de los cuales el agitador y el propagandista se dirigen a las masas, pero sobre todo, define allí el tercer paso que va mas allá de la propaganda y la agitación que es el llamamiento a la acción: “el propagandista”, procede principalmente por medio de la palabra impresa mientras que el agitador actúa de viva voz. Al propagandista se le exigen cualidades distintas que al agitador.
En la propaganda leninista existe una distinción entre agitación y propaganda, dando a la propaganda un contenido de formación intelectual y doctrinal que en la concepción hitleriana de propaganda está prácticamente ausente.
 La agitación se centra entonces en aspectos concretos de las tareas de la construcción del socialismo, en la construcción económica que preocupaba especialmente a Lenin.
 “El llamamiento, como acto aislado o bien, es un complemento natural inevitable del tratado teórico del folleto de propaganda y del discurso de la agitación, o bien constituye una función netamente ejecutiva”.
 Según la opinión, del Dr. Alejandro Pizarroso, catedrático de la Universidad complutense de Madrid, la propaganda leninista tiene tres grandes pilares: la denuncia o revelación política; la consigna o participación en la acción o praxis. La condición necesaria y fundamental de la propaganda revolucionaria en desenmascarar los sofismas de las clases dominantes que esconden sus verdaderos intereses.
Esta revelación no puede tener un carácter teórico a través de los libros o –estudios- agrega –Pizarroso-, “que fuera del alcance de aquellos a quienes va dirigida, sino que debe ser muy concreta y cercana a sus receptores: cifras, escándalos, casos concretos”.
Cuando Joseph Goebbels afirma: “Alemania va a la guerra en defensa de la civilización cristiana”, tal cosa no es más que una formula destinada a movilizar las masas que no responde a una realidad”.
Miquel de Moragas en su libro “Sociología de la comunicación de masas” señala que Adolf Hitler copió abundantemente las practicas de la Iglesia Católica de (Münzenberg, 1937), en las que el incienso, la semioscuridad y los cirios encendidos crean un estado especial de receptividad emotiva. En los desfiles hacía marchar jóvenes apuestos y musculosos, de aspecto marcial, sabedor de que este espectáculo emociona a muchas mujeres. El mismo empleaba en la tribuna, durante sus discursos, efectos luminosos de diversos colores, para lo cual tenia en su pupitre un cuadro de computadores electrónicos. Estas manifestaciones eran acompañadas a veces por el redoble de las campanas de las iglesias.  El (Adolf Hitler), sabia perfectamente que un mismo orador que hable sobre el mismo tema en la misma sala puede obtener efectos totalmente distintos a las diez de la mañana (10:00 A.M.), a las tres de la tarde (3:00 P.M.), o por la noche.          
Adolf Hitler, en su obra Mein Kampf (Mi lucha) en la primera parte describe, su propia trayectoria vital y política, y en la segunda parte establece los principios políticos de su doctrina, dedicando un capitulo muy amplio a cuestiones de propaganda y organización.
 “La propaganda debe concebirse, tanto en lo que respecta al contenido, como a la forma de modo que llegue a las masas populares; la única forma de medir su bondad estriba en el éxito que logre en la practica. En una gran asamblea popular, el orador mas eficaz no es aquel que más se asemeja a la parte educada de su auditorio, sino el que conquiste el corazón de la multitud, el fin de un movimiento que persigue reformas políticas no se alcanza jamás mediante elaboradas explicaciones, ni procurando ejercer influencias sobre las autoridades existentes, sino únicamente, gracia a la conquista del poder político”.
La propaganda ha de concentrarse así en la menor cantidad de aspectos posibles, tiene que ser repetitiva hasta el extremo, debe presentar siempre en términos de simple tendencia a interpretar la realidad sobre la base de una valoración incoherente, de bueno y malo, de blanco y negro, necesita por tanto un enemigo perfectamente localizado que no reciba cuartel en esta lucha.
 El Führer en la pagina Ciento Sesenta y Cinco (165) de su obra Mein Kampf (Mi lucha) – afirma – “con no poca frecuencia se ofrece la oportunidad de tener que vencer prejuicios, cuyo origen no reside en su comprensión, sino que son generalmente inconciente y se fundan en un sentimiento.  Es mil veces mas difícil superar esta barrera de instintiva de repulsión, odio sentimental y predisposición negativa, que enderezar opiniones fundadas en un concepto incorrecto o equivocado.“
 “La ignorancia y las ideas se extirpan educando; la oposición basada en un sentimiento jamás. Solo conjurando a estas fuerzas ocultas se puede tener éxito en un caso así; este éxito es casi imposible, para un escritor, difícilmente lo logre nadie que no sea un orador, la fuerza que dió al Marxismo su asombroso poder sobre las muchedumbres no consiste en la obra constitutiva escrita y preparada por intelectuales judíos, sino en el formidable diluvio de propaganda ”ORAL” que esta teoría descargó sobre la multitud en el curso de los años, de cada mil trabajador alemán no pasan de un centenar los que conocen el libro “El Capital” de Karl Marx escrito en el 1867, estudiado en proporción mil veces superior por las clases intelectuales “especialmente por la judía” que por los verdaderos partidarios de la doctrina perteneciente a las clases humildes. Aquella obra no se escribió, para las masas, sino en forma exclusiva, para los cabecillas… intelectuales del mecanismo judío destinado a conquistar el mundo; la agitación se promovió empleando un material muy diferente entre la prensa marxista y la prensa burguesa. La prensa marxista era redactada por agitadores en tanto que la prensa burguesa prefería promover la agitación por intermedio de sus redactores”.
Mein Kampf, obra que iba a convertirse en el resumen de los ciudadanos alemanes de aquel entonces, fue dictada por Adolf Hitler a Rudolf Hess, durante los meses que el Führer estuvo en la cárcel por haber organizado una manifestación junto al General Ludendorff acontecimiento en el cual Hitler fue herido, detenido y luego condenado a Cinco (5) años de presión.
Hay otro aspecto en esta obra que también nos llamo mucho la atención y es el siguiente: “Bien puede ser que el oro sea el único poder dominante de la vida actual; llegara empero el día en que los hombres inclinen la frente ante deidades mas excelentes, muchas cosas hay hoy que deben su existencia al ansia de poseer fortunas y propiedades, pero pocas se incluyen entre ellas de aquellas cuya falta haría a la humanidad tanto más pobre, uno de los deberes de nuestro movimiento consiste en brindar las perspectivas de una época en la cual se proporcione al individuo lo que necesite, para subsistir, sosteniendo al paso el principio de que el hombre no vive, para los placeres materiales solamente. Esta idea hallará expresión en una prudente nivelación de los ingresos, para que todo honesto trabajador, posea la certidumbre de que vivirá una existencia ordenada y honorable como hombre y como ciudadano. Dejemos que aseguren que este es un ideal imaginario imposible de poner en práctica y quimérico de alcázar en este mundo. Tampoco nosotros estamos dotados de ingenuidad como, para creer en la posibilidad de una era perfecta, más estas circunstancias no nos releva de nuestra obligación de combatir las imperfecciones que se conocen de suprimir defectos y de bregar por el ideal. El conocimiento de la amarga verdad engendra excesivas restricciones”.
La propaganda hitleriana supo muy sabiamente combinar la demostraciones de fuerzas con el interés deportivo de las masas por la aviación. Organizaba sus manifestaciones al mismo tiempo que las reuniones de los aviadores, hacía sembrar por doquier la consigna “!Hitler sobre Alemania!” distribuía sobre sus seguidores  insignias sobre la que una cruz gamada se combinaba con unas alas de avión. El publico y en especial los jóvenes se entusiasmaban al enterarse de que iba hablar su líder máximo, Adolf Hitler solía presentarse 3 y 4 veces al día en diferentes ciudades una muy distante de otras, a las cuales llegaba en avión y de las que partía también por vía aérea.
Doménech -sostiene- que este entusiasmo juvenil desencadenado por la propaganda, es comprensible si se tiene en cuenta que “la propaganda hitleriana toma de la poesía la seducción de ritmo, el prestigio del verbo e incluso la violencia de las imágenes, hace soñar al pueblo con las grandezas pasadas y con un mañana mejor”.                
La juventud se mostraba particularmente sensible a tales impulsos, todo si se piensa que la poesía popular estaba tan emparentada con los encantos mágicos y con la liturgia.   
 Es importante destacar que los métodos y las técnicas tanto de la propaganda leninista  como de la hitleriana difieren entre si, pero todavía en estos momentos se está estudiando la propaganda empleada por Joseph Goebbels y Adolf Hitler, porque estos señores planteaban que la propaganda debe ser planeada y ejecutada por una sola persona y ademas el experto en Propaganda debe tener acceso a la información referente a los acontecimiento Y a la opinión publica, porque la propaganda debe afectar a la politica y a la  Accion del enemigo.

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