Eduardo Samán: "Hay más socialismo en los carritos de perros calientes"

jueves, 18 de agosto de 2011 |


El ex ministro critica el nuevo modelo de restaurantes tipo franquicia del Gobierno. Responsabiliza al titular del despacho de Alimentación, Carlos Osorio, del cierre de la principal arepera, con lo que a su juicio se perjudicó la imagen del presidente Chávez y de la revolución 


Eduardo Samán, ex ministro de Comercio, se sienta frente al local donde se inauguró en diciembre de 2009 la primera arepera socialista de Caracas, en la escalera que conduce al pasadizo subterráneo de la avenida Bolívar, entre Bellas Artes y Parque Central. 

Mientras habla de lo que fue el proyecto original de estos establecimientos, no falta quien le salude y le diga: "Compatriota, hace falta que vuelva al Gobierno". "Cuando el comandante diga", responde él. 

A pocos metros, la puerta de la arepera permanece cerrada por "remodelación". En la calle, un camión convertido en restaurante móvil despacha las arepas como si se tratara de una franquicia, idea que para Samán es contraria al socialismo y una vil copia de un modelo de negocio capitalista que, a su entender, ha fracasado. 

--Durante su gestión en el Ministerio de Comercio se impulsó la idea del "comercio socialista" con las areperas. 

¿Cómo evalúa los cambios que se han hecho? --Había una necesidad de crear comercios socialistas. 

El sistema de distribución de alimentos estaba totalmente en manos privadas y lo único que existía era Pdval y Mercal, y ambos incipientes. Era necesario encadenar la producción socialista para que los bienes llegaran directo a las personas. 

Se adelantaron varias iniciativas, como por ejemplo Comerso, para tener una red de tiendas en las que se incluían los supermercados Cada y Éxito, ahora Abastos Bicentenario. 

El objetivo era un comercio socialista que iba a servir para regular los precios, porque al vender más barato alimentos, electrodomésticos y ropa, se forzaban hacia abajo los precios en los locales privados. Se quería combatir y neutralizar la especulación. 

--Con la arepera se anunció la creación de una red de farmacias, tiendas de ropa, venta de cauchos, concesionarios. 

¿Eso fracasó? --Llegamos a abrir varias tiendas del Alba y reactivar mercados populares. Nosotros iniciamos esos proyectos sin contar con presupuesto. 

Se crearon dos caucheras, que ahora están cerradas, en locales que nos cedieron. Igual sucedió con la primera arepera en Parque Central, que se concibió como un centro de formación. Un cable que envió la Embajada de Estados Unidos en Caracas al Departamento de Estado, revelado por Wikileaks, reseña muy bien el objetivo ideológico de este negocio. 

El despacho titulaba: "Haciendo el socialismo más fácil de tragar". La embajada recogió la esencia de la arepera socialista y lamentablemente los ministros que me reemplazaron no llegaron a entenderla. Sólo lo hicieron el presidente Hugo Chávez y los gringos. Queríamos explicarle a la gente qué era eso del socialismo, algo que no se había materializado en ningún país. En la Unión Soviética se hizo un intento. 

En Cuba no hay ningún socialismo y menos el del siglo XXI, que es el que nosotros queremos. La idea con las areperas era explicarlo desde lo cotidiano. Cuando comenzamos a adaptar el local, que era de Pollo Arturo's, la arquitecta propuso pintarlo de rojo y listo, y yo le dije: "Ojalá al socialismo se le pudiera llegar pintando las cosas de rojo y usando franela roja". En los restaurantes capitalistas primero se llega con el billete y luego se come; en la arepera sería al revés: primero se come y luego se paga lo que se puede. Se puso la caja registradora en la parte de atrás e iba a desaparecer cuando el socialismo estuviera bien comprendido. 

--¿Entonces las arepas iban a ser gratis? --En el socialismo hay una máxima que dice: a cada quien según su habilidad y a cada quien según su necesidad. 

Cuando se cumple esto, el dinero pasa a otro plano. Cuando la gente comía primero y luego cancelaba ­sólo para que el proyecto fuera autosustentable­ se le quitaba el carácter de mercancía a los alimentos. Al principio, 80% de las personas pagaba; luego, esa cifra subió a 95%. El 5% restante correspondía a los indigentes que disfrutaban su arepa sin problemas. Los estudiantes del Liceo Andrés Bello tampoco pagaban. Venían 1.500 personas al día y se despachaban 3.000 arepas a 5 bolívares cada una. Sola costaba 0,50 bolívares y rellena entre 2 y 4 bolívares. Las más baratas eran las de pernil y de queso. También se vendían 1.500 jugos cada jornada. Entraban entre 30.000 y 35.000 bolívares al día. Una vez que se creara esa conciencia socialista, la caja registradora iba a desaparecer. Sólo se pondría un buzón para que la gente depositara lo que podía pagar. 

Hay países europeos en los que la gente entra en el Metro y en el autobús sin depositar dinero y tiene su ticket guardado, hay honestidad. Si nosotros hubiéramos multiplicado por 10 esta experiencia de convencer a un promedio diario de 1.500 a 2.000 personas de lo que era el socialismo, yo apuesto a que el resultado de las elecciones de septiembre del año pasado hubiera sido otro. 

--¿Y cómo se garantizaba la rentabilidad de ese negocio? --Las areperas no eran un negocio, eran un centro de formación socialista. Los trabajadores tenían que ser socialistas y allí todos tenían que hacer de todo, no había división del trabajo. Había tareas, como limpiar los pipotes de basura, que no querían realizar, pero venía yo como ministro y lo hacía. Yo trabajaba un día a la semana, cuatro horas, en la arepera. Yo creo que eso de que yo lavara los pipotes de la basura no gustó mucho. 

El daño está hecho. Samán, que ahora se dedica a dictar clases en la UCV, señala que la formación socialista que recibían los trabajadores la impartía Fernando Soto Rojas, el actual presidente de la Asamblea Nacional. "Yo digo esto porque me da una profunda arrechera que se afirme que las areperas fueron algo que inventó Samán, como si esto hubiera sido improvisado. En la arepera nadie se agarraba un bolívar, ahí sobraba el dinero. La gente dejaba el vuelto, por lo que siempre había más de lo que se reportaba en las ventas". 

--¿Por qué ese sistema socialista de las areperas no caló en el Gobierno ni en la gente? --Porque no hubo tiempo. 

El socialismo trata de cambiar la conciencia y eso lleva tiempo. En esa arepera trabajaban personas que aparecían como choferes y porteros en la nómina del ministerio, pero como no estaban haciendo nada, al irse a la arepera fueron dignificados. Todos los ministerios están llenos de obreros que no hacen nada y ésa era una solución. Se produjo una humanización del empleado público. 

Había una lista de voluntarios que lamentablemente no se pudo incorporar. 

--Pero ahora las areperas son una especie de franquicia que se entregó como concesión a la administración privada. ¿Qué piensa de esta red de areperas móviles? --Cómo se va a encerrar a los trabajadores en un camión ocho horas, sin un baño y sin nada, eso es algo propio de sistemas explotadores capitalistas. No se necesita un camión cuando hay una cantidad de locales desocupados en manos de Fogade. 

--Ahora son privadas. 

--Hay unos locales que operan como privados y han establecido dos categorías de arepas: solidarias a 7,50 bolívares y especiales a 15. Eso viola el concepto socialista, es típico del capitalismo. Hay más socialismo ahora en los carritos de perros calientes que en las areperas del Gobierno. El perrocalentero confía en la gente que come primero y paga después. Se rompió el concepto inicial de que fuera parte de la cadena socialista. Comenzaron a comprar los insumos en supermercados privados, ni siquiera en los Abastos Bicentenarios. ¿Por qué me echan la culpa a mí de que esto no funcionara? Cualquier cosa negativa que pase en las areperas daña la imagen del presidente Chávez, por eso para mí quien debe renunciar es el ministro de Alimentación, Carlos Osorio. Él permitió que se afectara la imagen del Presidente. Que no venga con mentiras de que cerró por remodelación, pues ésta se puede hacer en 2 días, no en 15. Aunque vuelva a abrir, el daño está hecho.


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