Un Candidato bajo sospecha

lunes, 1 de octubre de 2012 |



Un Candidato bajo sospecha

                                                    Isaías Rodríguez

 

Lo de Juan Carlos Caldera fue una jugada cargada de riesgos. Ni el más audáz de los tahúres es capaz de exponer tanto en tan poco tiempo. Sobre todo, cuando en política el espacio para arrepentirse es tan corto. Tan inexistente. ¿Estaba Juan Carlos Caldera seguro que Henrique Capriles nunca le daría la espalda? ¿Estaba consciente que en ese lance, donde todo el mundo sabe que no hay una sola decisión individual, le darían el respaldo necesario para sobrevivir? ¿Sabía que "el candidato" no lo iba a dejar colgado de la brocha? ¿Abandonado a su suerte? ¿Vestido y alborotado?

¿Estaba fríamente calculado que si le descubrían la bribonada la reacción de Capriles pudiera ser "tan firme…"?¿O qué, cómo escribiera Carlos Blanco, Capriles "actuaría como un jefe"? ¿Estaba seguro Carlos Blanco de "esa demostración de carácter…"? ¿Desde cuando ansiaba Carlos Blanco "qué su jefe actuara como un jefe"?

Lo cierto es que hasta los más incautos se han dado cuenta que "el candidato bajo sospecha" actuó con desespero. Con una mezcla de ira e impotencia. De cólera y exasperación. Como si quisiera que no lo salpicaran las investigaciones. ¡Con cierta desmoralización! Como si el asesoramiento hubiera sido (y a lo mejor lo fue) para que "todo" quedara en ese limbo, donde la guerra sucia es una excusa.

En esa circunstancia (o "siricunstancia") que, cínicamente, Carlos Blanco llama "manejo  rápido del escándalo", Blancono se dio cuenta que "escándalo" significa: gresca, bulla, gritería, tumulto o alboroto. No se percató el avezado columnista lo que su subconsciente estaba expresando en el preciso momento en que escribía su columna de prensa.

La perplejidad sin embargo tiene sus límites. Todos observaron como el "candidato bajo sospecha" intentó pasar la página. Ignorando que se puede revolotear sobre los errores pero no es posible diluirlos. Despreciando que nadie, ni una sola persona, sería capaz de creer que Caldera actuó íngrimo y solo en este desafuero con pinta de fechoría. Y es que es absolutamente inconcebible que cualquier garitero apueste lo que tiene y lo que no tiene a sabiendas de que  perdiendo a Rosalinda pierde también los corotos. Juan Carlos Caldera sabía lo que estaba haciendo. Sabía que habría cuñas para sostenerlo. Que "los mismos" que -de inmediato- asesoraron a su "jefe", le dirían luego que renunciara a la Asamblea Nacional como si eso fuese  bajarse de un autobús. O limpiarse con Tal Cual.

El envite le salió mal a Caldera. Nadie se desprende de una inmunidad parlamentaria como quien se quita una camisa. Eso se acaba con la muerte o con una decisión que ni siquiera es judicial. La ordena un tribunal pero la ejecuta otro órgano. Todo el mundo sabe que el dinero era para Capriles Radonski y no para este Caldera que se ha o lo han metido en un solemne caldero.

 

Todo el mundo sabe que en el video nombran 9 veces al "candidato bajo sospecha". Que la expulsión de Caldera de Primero Justicia no es cierta. Y que si Caldera es una víctima… lo es de su propio candidato. Pero, peor aún, el "candidato bajo sospecha" es, también, una víctima de él mismo a través de Caldera. Pero como zamuro no come zamuro, usted está viendo en este instante dos cadáveres tirados en el piso.

 


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