La revolución árabe ha comenzado

jueves, 20 de enero de 2011 |



Declaración del DIP (Iniciativa por un Partido Revolucionario de los Trabajadores de Turquía) acerca de los acontecimientos en Túnez

1. El DIP saluda con gran alegría y respeto la heroica lucha de los trabajadores y desocupados tunecinos, los que enfrentaron las balas policiales para finalmente derrocar a Zine-el-Abidin Ben Ali, quien sometió al país a una brutal dictadura durante 23 años. Lo que está teniendo lugar en Túnez es una revolución política. Sólo el tiempo dirá si esta revolución se transformará en una revolución social que desafíe la dominación burguesa. Dado el hecho de que incluso el movimiento sindical no constituye una fuerza independiente en Túnez -no digamos socialista-, y que el imperialismo ahora entrará en escena para frenar la revolución, pareciera que esto es improbable. Pero, por otra parte, está el hecho que la clase trabajadora en Túnez -viejos y jóvenes, hombres y mujeres- han comenzado a armarse por sí mismos, aunque sea nada más que con palos, con el objeto de proteger sus barrios y establecer comités de autodefensa, lo cual puede ser considerado como núcleos de poder de los trabajadores en un estadio primitivo. En cualquier caso, el apoyo a la clase trabajadora tunecina y a la juventud -para proteger su insurrección de las fuerzas que tratan de dejarla a mitad de camino- es una obligación de toda la clase obrera internacional y del movimiento revolucionario mundial. La tarea más importante del momento es luchar contra el freno de la revolución por parte de los pro-UE de la "democracia" globalizadora, en manos de la burguesía y sus aliados. Dado que esta clase de régimen no va de ninguna manera a erradicar o incluso aliviar la pobreza de los trabajadores y la juventud desocupada de Túnez, no habría valido la pena la inmolación del gran mártir de la revolución, Mohammed Bouazizi, o bien la muerte de más de 100 trabajadores durante los incidentes.

2. La revolución tunecina es, por lejos, la consecuencia más importante en esta zona de la lucha de clases de la gran depresión que sacude el mundo desde 2008. La causa inmediata del largo mes de lucha que desembocó en la revolución fue el aumento del desempleo a un nivel insoportable, como resultado del golpe propinado al turismo por la crisis económica que se ha extendido por el mundo y sacudido a Europa, el rico vecino de Túnez y la fuente principal de ingresos de la economía tunecina. Además, las duras medidas impuestas por la UE para evitar la inmigración de trabajadores en el contexto de la crisis, ha destruido la esperanza de la juventud del norte de Africa en una salvación individual. En este sentido, la revolución tunecina ha sido marcada por la misma dinámica que llevó a la rebelión en Grecia en 2008 y la formidable lucha de clases en este país en 2010, la lucha de Tekel en Turquía en 2010, las huelgas generales y las rebeliones estudiantiles que tuvieron lugar en Francia, España, Italia, Portugal, Irlanda y Gran Bretaña durante todo 2010. Haciéndose eco de las contradicciones acumuladas y de las tradiciones de la lucha de clases de los países europeos de la costa del Mediterráneo, ahora se levantan los pobres, los desocupados y la clase obrera del norte de Africa. El Mediterráneo se está transformando en una cuenca de la revolución.

3. La reacción del imperialismo a la revolución en Túnez ha sido un ejemplo de la hipocresía. Habiendo pontificado sobre la importancia de la democracia contra las naciones que ellos consideran enemigas, los Estados Unidos y la UE han adoptado un enfoque totalmente diferente con respecto de Túnez. La UE y especialmente Francia, el ex poder colonial en Túnez, no dijeron ni una sola palabra en relación con los hechos que costaron la vida de más de 50 jóvenes. Habiendo permanecido en silencio por largo tiempo, Estados Unidos más temprano y luego la UE detectaron la inminente catástrofe del régimen de Ben Ali y maniobraron para diferenciarse del viejo régimen. Obama, un héroe para muchos, finalmente "aplaudió" al pueblo tunecino, pero solamente después de la caída de Ben Ali. Habiendo informado, día a día, sobre los incidentes en Irán después de las elecciones del año pasado, e insistido constantemente sobre el asesinato de Neda, una de las pocas víctimas de los mullahs durante aquellos incidentes, los medios de comunicación de los países imperialistas miraron para otro lado mientras era masacrada la juventud en Túnez (y más tarde en Argelia). Tanto los Estados Unidos como la UE permanecieron en silencio hasta último momento, porque consideraban que el pro-imperialista Ben Ali, quien era incluso servil con el sionismo, era útil a sus intereses. Además, Francia teme una victoria revolucionaria de las masas en el Magreb, porque puede motivar a los Beurs (los jóvenes de origen nordafricano nacidos en Francia), quienes han sido los recientes rebeldes de los suburbios de Francia y de una nueva ronda de insurrecciones. Este factor poblacional es otro lazo que une entre sí a las dos costas del Mediterráneo.

4. Esta es la primera vez que la clase obrera y grandes masas de trabajadores han derrocado a un tirano en el mundo árabe. Esto está destinado a tener repercusiones tan rotundas que aún hoy resultan inimaginables. Saqueadores imperialistas (en Irak y el Líbano) de la gran civilización árabe y sus lacayos; reyes, jeques, emires (de los países del Golfo); dictadores (de Egipto, Siria, Argelia, Sudán y Libia) y burócratas (de Palestina): ¡tiemblen! ¡El pueblo trabajador árabe se está preparando para tomar el destino en sus propias manos! ¡Sus días están contados! En todos los países árabes, las masas están mirando a los jóvenes desocupados y a los pobres de Túnez con incontenible admiración. Ya los incidentes de Túnez han dado lugar a grandes manifestaciones en Argelia y Jordania sobre cuestiones de clase. Sin embargo, su impacto principal se desarrollará en los próximos años -e incluso en décadas. Al mismo tiempo, la insurrección de Túnez crea una gran oportunidad para colocar al socialismo como una alternativa al islamismo, percibido en las tres últimas décadas como la única oposición al imperialismo y a los regímenes despóticos del mundo árabe. El deber de los revolucionarios proletarios de Turquía y del mundo es proporcionar un apoyo constante e incansable para la emancipación del mundo árabe.

5. La revolución tunecina ha expuesto también la hipocresía de las fuerzas burguesas en Turquía. Tayyip Erdogan, héroe afortunado en el mundo árabe, no abrió su boca en un mes entero para condenar el régimen criminal de Ben Alí. En línea con los pseudo demócratas de la UE, los liberales no levantaron ni un dedo para apoyar a las masas contra el despotismo. Tanto los medios de comunicación laicos como los fundamentalistas se comprometieron en una conspiración de silencio contra la lucha de las masas tunecinas. El DIP llama al pueblo trabajador de Turquía, los sunnitas, los Alawi y otras creencias, a optar por el camino de los tunecinos. Este camino ha demostrado una vez más que no sólo el pan, sino también la democracia puede ser obtenida a través de la lucha de la clase trabajadora. El camino de Túnez brilla en contraste con "el ejercicio de la democracia" en Irak por parte de los imperialistas. Qué vergüenza la de aquellos que ya no creen más en la revolución y en la lucha de clases, quienes por años han machacado sin cesar la idea de que "la clase obrera se ha vuelto cada vez menos organizada y que, por lo tanto, ya no puede llevar adelante la lucha"; quienes sin sentido han argumentado que "las poblaciones musulmanas son tímidas y nunca se rebelan". ¡El proletariado está sumando otra página más de orgullo a su larga historia de lucha internacional! Y esto en una sociedad abrumadoramente musulmana.

¡Viva la lucha de nuestros compañeros trabajadores y jóvenes tunecinos!

Por la revolución permanente que conduzca a los trabajadores a la toma del poder, sin parar en el estado de "democracia", en Túnez y en todas partes.

Por la Federación Socialista de Medio Oriente.

¡Viva la Revolución Mundial!

16 de enero de 2011

PRENSA OBRERA

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