No es cuento, sobre el país se ciernen serias amenazas. Basta leer las opiniones de Moises Naim para darse cuenta que algo traman. Esa campaña de ubicar a nuestro país en el grupo de lo que ellos llaman Estados Mafiosos, no es gratuita y mucho menos una simple tremendura. Es la manifestación de una política en su fase de propaganda, inicialmente dirigida a crear una opinión absolutamente distorsionada del país.
Tampoco se trata de una operación que pueda ser desmontada sin mayor esfuerzo. Ella se afinca en medias verdades, convenientemente presentadas para afirmar la imagen que se quiere dar de nuestro país. Es el caso de Aponte Aponte y sus señalamientos sobre el narcotráfico. Otro tanto ocurrió con Walid Mackled, quien para salvarse y hacerse interesante a los ojos de la policía gringa, lanzó varios nombres que le permitieran alcanzar su objetivo de convertirse en un testigo protegido de la DEA y el FBI. Como se sabe hoy, es juzgado en Venezuela.
Acá cabe un llamado de atención a las fuerzas de la oposición que se plantean continuar haciendo política en el país: Una campaña como la que se está llevando a cabo no solo daña al gobierno, también lo hace, y mucho, con todo lo que somos. Hay que tener presente como convirtieron el gentilicio colombiano en sinónimo de narcotraficante y criminal, todo ello para desprestigiar al gobierno de Samper. El precio que cobró en desprestigio lo pagaron todos los colombianos.
Dicen que Panamá hoy es un país próspero, porque allí se instala cuanto banco hay en el mundo. Y esa "prosperidad" se produjo luego de la intervención norteamericana en aquel país. Los panameños, muchos de ellos, aun recuerdan con rabia como desaparecieron al Chorrillo, un barrio en el cual había una instalación militar que resistió a la intervención. Fueron muchos los panameños que murieron en esos acontecimientos, provocados por la prepotencia gringa y la estupidez de un hombre que ellos habían apoyado y usado. Ningún país, ningún pueblo puede ser feliz luego que tropas extranjeras invadan su tierra y asesinen a sus compatriotas. Por eso indignan tanto opiniones como las de Moisés Naim, persona que se precia de ser un intelectual, pero que no vacila en ponerse al lado de quienes pretenden imponernos por la fuerza, su manera de pensar y sus intereses.
¿Por qué Naim no viene al país, forma su partido, se lanza de candidato respaldado en su profunda brillantez y procura ganar las elecciones del 7 de octubre?
Pero la emoción no es suficiente. Este plan debe ser enfrentado con inteligencia. Desde el gobierno se deben solventar fallas políticas en temas tan vitales como la inseguridad. Es cierto que se ha politizado, pero es una realidad de todos los días y un punto negro que cada vez se agranda más. Si es cierto que en el problema del narcotráfico están implicadas personas del mundo militar y el Poder Judicial, el Presidente debe contar con el mayor respaldo para enfrentar la situación.
Este no es un asunto que concierna solo al gobierno, aun cuando sobre él recae la responsabilidad de actuar diligentemente, particularmente el Ministro de Interior y Justicia. El problema ha tomado dimensiones preocupantes y aun cuando pueda parecer ingenuo el convocar a la oposición a que asuma una actitud proactiva frente a él, no es imposible que sectores de ella atiendan un llamado correctamente hecho. Esto es, estableciendo las diferencias que en su seno existen, no para dividirlos, sino para encontrar interlocutores que fortalezcan las opciones nacionales. Que de una vez por todas se asuma que nuestros problemas los arreglamos nosotros. La mejor muestra que ello es posible han sido estos últimos veinte años, en los cuales a pesar de estar al borde de la confrontación, hemos sabido encontrar salidas pacíficas. La diferenciación pública que produjera Capriles Radonski respecto a las pretensiones de Uribe, también.
Pero el llamado no puede ser hecho solo a la oposición. Para que una política de contención de lo que se está preparando contra el país funcione, es necesaria una actitud favorable del chavismo. Ello no es sencillo, dado el grado de pugnacidad presente, pero en este sector deben desarrollarse sensibilidades que le permitan establecer interlocuciones válidas y creíbles con el mundo opositor. El primer paso debe darse a lo interno del país, ello fortalece para salir a enfrentar la campaña en el ámbito internacional, donde encontraremos apoyos importantes.
Parte de estas iniciativas tienen que ver con lo comunicacional, la cual hoy es lógicamente reactiva ante las agresiones y distorsiones difundidas desde los medios privados. Pero la interlocución de la que hablamos requiere de espacios en los medios públicos que la concreten.
Para nosotros está claro que el foco de una política como la que proponemos no son las elecciones, las cuales, sin arrogancia ni triunfalismos, creemos ganadas por el presidente Chávez. No vemos que el candidato opositor tenga los arrestos para revertir la tendencia que ha comenzado a consolidarse. Pero, precisamente por esto, los planes de agresión son cada día más probables.
Por otra parte el chavismo debe contribuir a crear un ambiente que le hagan digerible a esta parte del país que está en oposición, la posible derrota que se avecina. Recordar la nobleza de las antañas peleas de calle: Al que está en el suelo no se le pega.
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