Carta a Hugo Chávez

martes, 18 de diciembre de 2012 |



                                    
...usted me salvó de la incredulidad y armó de creencias y convicciones mi poesía.
 
 Nada ha sido tan poético en mi vida como haber denunciado que usted no renunció nunca.
 
La gente como usted no renuncia porque, al igual que Fidel, siempre creen en una última posibilidad de revertir las derrotas...
 
CARTA A HUGO CHAVEZ FRÍAS
 
¡Mi querido Hugo! ¡Mi admirado Comandante! ¡Mi entrañable amigo! ¡Mi siempre camarada! ¡Usted me hizo creer! ¡Usted me salvó de la incredulidad! ¡Usted me devolvió la fe en el pueblo que, gracias a usted, ha venido construyendo sin dogmas sus convicciones para armarlas de confianza y certidumbre!
 
En algún discurso están las cualidades de Fidel: su concepto de unidad (condición básica para que sobreviva una revolución); su ética (componente esencial para la actuación política y revolucionaria); su desprendimiento por las cosas materiales (entrega como deber); su ejercicio de la solidaridad y la dignidad (coherencia en los principios); su ejemplo personal (autoridad de guiar con la actuación propia); la verdad como condición para ser respetado (yo la he visto de cerca en usted y me ha cercado); la sensibilidad (esa capacidad de sentir por los otros); el deber de aprender (ese afán de leer y estudiar que es obligación de todo político, especialmente cuando aspira a llamarse revolucionario).

Habla de otras cosas más. Del rigor personal de Fidel (responsabilidad); de su aspiración a una justicia para todos (si ella no se logra no vale la pena ningún esfuerzo); de la fuerza de las ideas (pueden más que un ejército); de su condición humana (yo lo he visto a usted ponerse en el lugar de los demás y de comprender el dolor y la duda de los otros); de la ausencia total de odio (a muy pocas personas le he visto la humanidad desnuda y el profundo cariño que usted manifiesta con una transparencia espontánea llana y amor de madre buena).

La lectura de este discurso para Fidel me ha servido para recordar como usted me salvó de la incredulidad y como usted armó de creencias y convicciones mi poesía. Nada ha sido tan poético en mi vida como haber denunciado que usted no renunció nunca. La gente como usted no renuncia porque, al igual que Fidel, siempre creen en una última posibilidad de revertir las derrotas.
 
Su autoridad y sus verdades lo han llevado a ese lindero difuso en el cual no se precisa con exactitud si estamos frente a la muerte o frente a la eternidad.
 
Permítame decirle que su ética y su ejemplo han sido esenciales para construir la Revolución venezolano-americana y para que ella le sobreviva. Con una dosis envidiable de esperanza y fe, Venezuela lo espera y lo esperará siempre para que, sin tregua ni descanso, continúe en cuerpo o en espíritu, edificando la unidad indispensable, la lealtad necesaria, el desprendimiento imprescindible y esos actos místicos de entrega y deber, con los cuales usted nos enseñó a forjar la solidaridad.
 
¡Gracias por conocerlo! ¡Gracias por trabajar con usted en las causas más nobles que mi vida ha tenido! ¡Gracias por darme la oportunidad de sobrevivir a mí mismo!
 
¡Viviremos y venceremos!
 

Isaías RODRÍGUEZ
Roma / Italia

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