El segundo Playa Girón ocurrió en Venezuela

sábado, 14 de abril de 2012 |


Hace ya cincuenta años, se produjo la invasión de la República de Cuba por miles de mercenarios entrenados, equipados, financiados, transportados y dirigidos por el gobierno norteamericano. La aún joven revolución, contando con la valiente acción de las milicias y las jóvenes Fuerzas Armadas Revolucionarias, bajo la brillante conducción de su Comandante en Jefe, Fidel Castro, directamente desde la primera línea de fuego, y con el apoyo masivo de todo el pueblo cubano, infligió la primera y humillante derrota militar, política y moral en América Latina al más grande y poderoso imperio que ha conocido la historia de la humanidad.

Pero, como decía Goethe, la historia suele repetirse, primero como un drama y la segunda como una comedia. Playa Girón, escenificada en Bahía de Cochinos, como se le conocía entonces, fue una batalla en la cual venció la razón histórica, la valentía del pueblo y la conducción del jefe de la revolución, a una fuerza armada que buscaba establecer una cabeza de playa, instalar un gobierno provisional que fuera reconocido de inmediato por todos los cómplices del imperio a quienes tenía bien domesticados. Por lo ya universalmente conocido, tuvo todos los rasgos de un verdadero drama.

¿Dónde ocurrió la comedia? Parece verdaderamente paradójico: ocurrió en la ciudad que fue cuna de todo el proceso de independencia de otro de los más grandes imperios de la historia de Nuestra América: en Caracas. Ocurrió en La Embajada de Cuba que, por ley universal, es parte inviolable del país al cual representa, es decir, en el caso que comentamos, una diminuta porción del territorio cubano, como lo conoce cualquier ciudadano con una mínima información. Diminuta porción territorial que adquirió talla de gigante ante la valentía y dignidad de sus representantes, encabezados por el embajador Germán Sánchez Otero.

Pues bien, el día 12 de abril de 2002, un grupo de gente, mezcla de venezolanos encabezados por Henrique Capriles Radonski y cubanos contrarrevolucionarios, con el mismo pensamiento y la misma intención de aquellos que lo intentaron en Playa Girón, quisieron repetir una acción de similar naturaleza política y ética, invadiendo el territorio soberano de la Embajada de Cuba en Venezuela, donde apenas estaba un pequeño grupo de diplomáticos, personal administrativo, incluyendo mujeres y niños.

En las afueras de la Embajada, con las expresiones más conocidas del odio fascista, cuando este se desata; bajo la protección de la Policía Municipal al mando de su jefe, Henrique Capriles Radonsky, los fascistas saltaban y golpeaban, destruyendo vehículos de la embajada, cortaban la electricidad y el agua, expresando con una pérdida total de todo sentido de la racionalidad, "que tendrían que comerse las alfombras" por el "bloqueo" que seguramente pretendían imponer, como parte del que ya la saña imperialista impone sobre la isla de la revolución desde hace cincuenta años.

Pero no bastaba eso. Era necesario "invadir" ese territorio para inspeccionar si allí se encontraba el vicepresidente ejecutivo Diosdado Cabello, para sustraerlo y cercenar todos los órganos del poder legal democrático del país. Doble comedia.

Advertidos por el embajador Germán Sánchez Otero, que no se permitiría bajo ningún pretexto tal invasión y que la rechazarían a cualquier precio, Capriles pidió que se le permitiera ingresar, lo cual ocurrió, previa autorización del Embajador, mas sólo para una entrevista. Una vez dentro, pidió "recorrer" las instalaciones de la Embajada, solicitud que, por supuesto, fue enérgicamente rechazada por el Embajador.

Quienes puedan apreciar las imágenes grabadas de tales escenas, podrán ver los ojos desorbitados del entonces alcalde Capriles Radonski y la actitud dominante con la cual pretendía imponer su voluntad sobre la autoridad del Embajador, intento que, de haber conocido un mínimo la historia de Cuba y de sus revolucionarios, ni siquiera hubiera soñado en intentar. Pero como suele decirse, "la ignorancia suele ser muy atrevida". ¿Cómo pretender lograr lo que el más grande imperio no ha podido en cincuenta años?

En fin, que este nuevo Girón, además de representar una comedia grotesca, demostración tejida de total ignorancia sobre la legalidad internacional y de una mentalidad inocultablemente fascista, deja ante la reflexión de todo el pueblo venezolano, particularmente para aquellos que muestran alguna simpatía por su candidatura para las elecciones del próximo 7 de octubre, si un hombre con tales cualidades podría manejar los complejos problemas que hoy plantea la política venezolana, tanto en el ámbito interno como en el externo; más aún cuando no ha sido capaz de mostrar el más mínimo asomo de autocrítica por sus evidentes errores, para calificarlos de manera muy generosa.

Sería así, entonces, cómo, caso negado de salir triunfador, manejaría la política interna y sus relaciones internacionales. Creo que no se requiere demasiado poder analítico para arribar a las conclusiones correspondientes a las cuales ya está llegando un creciente número de venezolanos y venezolanas, pese a la desesperada campaña por el olvido y los melifluos llamados a una fementida reconciliación.

(Tomado de AVN)




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