Por: William Ospina
Y si a eso le añadimos los 100.000 peces tambor muertos en Arkansas, los millones de pececillos muertos de Maryland, los miles de peces muertos de la Florida, las cien toneladas de peces del Brasil, los cientos de pargos de Nueva Zelandia, y los 40.000 cangrejos de Gran Bretaña, todo en el lapso de menos de dos semanas… ¿estamos ante una serie de accidentes naturales provocados por el frío, como quieren unos, por los tornados, como quieren otros, por los fuegos de artificio del fin de año, como pretenden los demás?
Lo cierto es que algo está pasando, y en unos días más sabremos si se trata de una serie de acontecimientos casuales o un hecho trascendente de proporciones planetarias. Por lo pronto ha comenzado la avalancha de los rumores y las conjeturas. "Antes de que comenzaran a caer muertos se escuchó un fuerte sonido", dijeron testigos en Beebe, Arkansas, después de la lluvia de turpiales, en la medianoche de fin de año. "Hubo decenas de pájaros muertos en mi patio hace varios días", dijo una mujer de Kentucky, pero sólo se animó a contarlo cuando descubrió que estaba pasando en otros sitios. La lluvia de pájaros de Chihuahua había ocurrido el 22 de diciembre, pero sólo empezó a ser alarmante después de los episodios de comienzos de año.
Los organismos estatales se han apresurado a tranquilizar a la opinión pública con los argumentos menos tranquilizadores. Decir que las aves son nerviosas y que el stress puede llevarlas a la muerte exigiría que desde el Génesis estén cayendo bandadas de pájaros muertos por todas partes, y no parece que haya sido así. Acusar del hecho a los fuegos de artificio de Arkansas deja sin explicar casi todos los otros fenómenos. Hablar de tormentas y de tornados, de la contaminación, de las granizadas a gran altura, como la que en 1973 mató centenares de patos en Stuttgart, es ignorar culpablemente que muchos hechos se han reportado en el hemisferio sur, y que en este momento incluyen también peces y cangrejos.
Las 17 autopsias de pájaros realizadas en Arkansas delatan traumas severos y hemorragias internas, pero no hay manera de saber si esas anomalías fueron la causa de la caída o se debieron a ella. Los episodios previos también sirven sólo para el que quiere tranquilizar, y en México se han traído a cuento dos: la muerte de 25.000 aves migratorias en la presa De Silva, municipio de San Francisco del Rincón, en 1994, y la muerte de 12.800 aves en la presa del Coyote, no muy lejos de allí, en 2004.
Sobra decir que la película Los pájaros de Hitchcock ha vuelto a ser objeto de la curiosidad de los adictos a internet, y que presenciar sus escenas finales, con el antecedente de los hechos recientes, es de verdad impresionante. Pero la humanidad ama la intriga, y ayer no más hubo quien vinculara los episodios de muerte de pájaros a una supuesta trama conspirativa que incluye el desarrollo de un arma química norteamericana, la guerra de Afganistán, el asesinato hace cuatro días del consejero militar John Wheeler, y la liberación en la atmósfera de una sustancia llamada fosgeno.
Para mí es fundamental tener en cuenta que se habla hasta ahora de la muerte en vuelo de bandadas enteras. No hay evidencias de que los pajarillos aislados estén muriendo. Alguien habló de la posibilidad de que las bandadas estén extraviando su rumbo o perdiendo su capacidad de orientación, y colisionen a veces unas con otras, o se alejen por regiones no deseadas. Las palomas muertas en Italia tenían los picos azules y eso parece evidenciar que se extraviaron y remontaron la atmósfera hasta regiones donde les faltó el oxígeno.
Y una de las explicaciones más inquietantes tiene que ver con el cambio del polo magnético de la Tierra, que según unos se está desplazando y según otros se está invirtiendo. Cabe la posibilidad de que esa modificación esté influyendo en el extravío de las bandadas de pájaros y podría también explicar la muerte de los cardúmenes y los accidentes de los bancos de peces.
Hay quienes piensan que estamos en el preludio de las catástrofes anunciadas del 2012. Pero todo eso pertenece al terreno de la especulación. Lo único cierto es que en este asunto de la muerte de los pájaros no lo hemos oído todo. Y acaso lo más importante todavía no nos fue revelado.
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