La persona es primero. Tendremos que saber, sentir, comprender siempre de veras, desde lo hondo y temblar de emoción ante esa certitud que todo lo humaniza, diviniza y exalta. No es otro el martiano decir “la dignidad humana”, es decir, la persona valor irreductible. El simple ser, el existir ya bastaría y solo queda la mirada del otro que se cruza con la que ya se lanza en el espacio. ¿Será ese primer signo el que define en ese instante la que será más tarde la comunión humana, el fundamento? Es que en el ser, el existir, en descubrir al otro, otros, semejantes, igual-iguales, desdibujados, ejemplares, superiores y hasta despreciables está la clave que hace del fundamento, la comunión, un mundo tan complejo. Y solo andamos bordeando la realidad desde el concepto…. Llega entonces la historia que lo envuelve todo y que desde el acontecer ya acontecido descubre los perfiles y propone modificarlos, darles permanencia, mayor riqueza, complejidad y etcétera. La historia con su mirada siempre retrospectiva, se ocupa de mostrarnos que en el curso de los siglos (y milenios) el hombre ha modelado civilizaciones y culturas y que forjándolas se forja, humanizándose. Es esa historia y su mirada la que revela, como un mapa lo que ha sido en corto o largo plazo el rasgo principal y el secundario; solo sabemos verdaderamente lo que resulta, el nuevo rostro, cuando el que lo precede ya es pasado. Pudiera ser el mismo superado, u otro tal vez que no se reconoce. Son tantos los factores eventuales que, por innumerables, renuncio a intento de señalarlos de algún modo pero hay hitos, huracanes, tormentas, terremotos en la historia, esos que resultan de las revoluciones a los que renunciar nunca será posible. Alcanzan a dar cualitativamente saltos, a descubrir, provocar rasgos, a imponerlos a veces de tal modo en el juego sutil de voluntad y circunstancia que no parece necesario esperar “el tiempo” de la historia. Soy de los que piensa casi siempre que una cierta distancia es necesaria; pero esa convicción de perspectiva retroanalizante puede y hasta suele ser violada y fácilmente en tiempo de revoluciones, soy, entonces, de los que se proponen, como estoy haciendo, incitar para la acción necesaria, no esperar no ya tanto, nada, nada!
Si en el curso de siglos y milenios, el hombre, individuo humanizado, desde su libertad o esclavo, ha dado lugar a ese milagro, la cultura, la civilización, ese conjunto de realizaciones y saberes que la conforma y la define; y en el conjunto a cada identidad, formación cultural, espiritual, de rasgos propios. Cuba, nosotros entre todos, no ajena a los que nos circundan o distantes, resulta y somos ejemplo de identidad muy subrayada.
Esa identidad se forjó en un marco de circunstancias y en el de siglos en los que Isla, Distancia, Comunicaciones primarias y Diferencias geográfico-climatológicas marcadamente diferentes y la presencia del Esclavo como factor de riqueza y de (des)humanización y de (a)moralización del explotador en el que debía morir en el alma, toda calidad humana, ¡ese tesoro espiritual! para aprovechar despiadadamente a otros seres humillando la dignidad de aquellos y hundiéndose, aunque se proclamasen cristianos, en la más profunda de las indignidades, esa que, desde la crueldad inmisericorde, devuelve la conciencia, el ser a la animalidad más animal, a su bestialidad primaria. Aquellas bestias, disfrazadas con paños de importación, tuvieron hijos nacidos en Cuba y que, educados en Europa, regresaron con las ideas, los sueños de progreso y humanismo, de libertad, liberación, igualdad y cambio, primaria, abierta, en plenitud de conciencia, en un grado u otro, en medio a veces de contradicciones y angustias y cálculos, siempre complejizando en grado extremo la situación. Sus potencialidades devinieron otras. El ideario de libertad; la cultura de la libertad se hizo presente.
No he venido a (re)trazar la historia punto a punto pero debo recordar tan solo que ya en la primera mitad del siglo XIX, esa primicia de nación, criolla y blanca, que comenzaba a reconocerse ella misma, quedó advertida por el Padre Félix Varela, verdadero cristiano y por tal, que solo Cuba sería Nación verdadera cuando todos los nacidos en ella, blancos y negros, fuesen iguales y como iguales ciudadanos. No hay que decir que Cuba-Nación no lo sería sin la unión fraterna de blancos y negros, de negros y blancos, todos hermanos. Y recordar también que casi como un símbolo mientras moría en 1853 el Padre Félix Varela expatriado, nacía, en ese 1853, José Martí, que fijó con claridad y anticipación de profeta el Ideario que conserva actualmente ética tal que sigue siendo inspiración de nuestras vidas. Inspiró el Moncada e inspiró el Programa que Fidel tuvo el coraje y la lucidez de hacer público en tan trágico instante.
En el aniversario 50 de la Revolución, en un ensayo publicado en la revista Casa de las Américas quise señalar que un Ciclo de la Revolución se cerraba en circunstancias internacionales mitad peligrosas, mitad favorables y, por tanto, y como siempre, cargadas de riesgos y esperanzas. Me permití entonces hacer balance de los triunfos olvidados. Y entre ellos, ya que estamos entre universitarios, el de una sociedad en un país de 12 millones de habitantes que cuenta con un millón de universitarios. ¡Imposible cifra! Y, sin embargo, tal vez ya superada. No hay modo de citarla sin un recuerdo de emoción para la Campaña de Alfabetización que dio en la época, a la generación más joven, la oportunidad de entregarse a tarea de abnegación casi heroica, heroica a veces y de inegoísmo siempre, y a la sociedad toda la de unir la ciudad y el campo y al citadino de conocer el país en sus múltiples rostros. Fue, seguramente, es, el orgullo de vuestros padres y abuelos. Me asombro pensando que algunos de aquellas niñas y niños sean hoy abuelos…
Un millón de universitarios, millones de muchachas y muchachos, jóvenes con cierta preparación y toda la población adulta con noveno grado o cercano. En los años 90-91 teníamos que haber, podíamos haber dado un salto cualitativo de importancia y acaso también ese salto de incorporación generacional que vuelve a ser hoy posible y quiero subrayarlo, ¡que vuelve a ser hoy posible! Pero en aquella fecha, hace 20 años se derrumbó el llamado (y solo llamado) campo socialista; se derrumbó sobre sus pies que ya no eran socialistas, y debimos ante todo salvar la Revolución de aquella debacle. Digo debimos sin real derecho a hacerlo. Pero fue tarea de una generación actuante. El enorme, enormísimo pedrusco en el camino del imperio, la Unión Soviética se hizo pedazos y del otro lado del camino, más allá del enormísimo pedrusco, estábamos nosotros. No encuentro otro modo de expresarlo sintéticamente; la desaparición del “enormísimo” dio lugar a enormísimo riesgo y todo lo que no fuese el plan de salvación quedó aplazado. Aquel Plan económico no diré que improvisado, apurado al menos, permitió ganar tiempo y marcó el clima, la situación, la circunstancia en que tanto, tanto hemos perdido. Creo que me equivoqué en el ensayo publicado en la revista Casa con motivo del aniversario 50 de la Revolución. Es el discurso de Raúl el 26 de diciembre el que abre el nuevo Ciclo y lo hace, para mí, aún más que la publicación de los Lineamientos. Y lo hace porque entrelaza convicciones, proposiciones y voluntad de acción y porque da la respuesta más clara, directa y constructiva, a las palabras de Fidel el 17 de noviembre de hace algunos años en el Aula Magna de la Universidad de La Habana; de ellas se recuerda que señaló que la Revolución podía ser destruida desde dentro; también subrayó que desde dentro tendríamos que salvarla; y pidió criterio, acciones, reacción moral.
Compañeros de la Universidad de Santiago de Cuba, en Santiago de Cuba, las palabras de Raúl, teoría lúcida, diseño realizable y voluntad de acción son, hasta hoy, la mejor de las respuestas a aquel reclamo; y solo otra podrá superarla, la puesta en práctica sin vacilar, afinando, rectificando aquí y allá, y avanzando.
Vuelvo atrás. Un millón de universitarios. Cuando inicié mis estudios en la entonces Facultad de Filosofía y Letras, en la Universidad de La Habana éramos en todo el centro docente, entre las carreras humanistas, técnicas y científicas, 16 mil estudiantes para todo el país. Vuestra Universidad no existía y tampoco la Central de Las Villas, ni siquiera aún la católica, la de Santo Tomás. Recuerdo en mis tiempos de la FEU habanera a un señor de un entusiasmo entre inagotable e implacable, pidiendo ayuda solidaria para el proyecto, proyecto de la Universidad de Santiago de Cuba. En aquella época, de mis 19-20 años, Don Felipe Salcines me parecía un viejo viejísimo, aunque tendría seguramente menos que mis actuales 85; algo estrafalario, antiguo, y al mismo tiempo respetable y admirable. No sabría decir hoy si aquel tesón dio estos resultados, pero lo recuerdo como un fundador y le rindo homenaje. Un millón hoy, universidades y facultades por toda la Isla, estudiantes de todas las carreras formándose para sustituir a quienes deba sustituirse y un proyecto de racionalizar las especializaciones. Es la hora en la que, si realmente desburocratizamos la Sociedad y para hacerlo desestatizamos la Sociedad, lo que sería facilitar que esta no sea prisionera de las formas-estructuras estatales más administrativas y obstaculizantes y que recupere así la vitalidad creativa que le será natural, esta vez sin expoliadores, explotadores, nacionales o transnacionales, hasta organizarse en un marco jurídico reconocido y respetado; la hora en la que renacerá la Sociedad en vocación Socialista refundada.
Para entonces el Estado no-administrativo-banal dirigirá los gigantes decisivos y actuará como regulador vigilante. Aligerado de carga inútil y concentrando su personal en cuadros altamente calificados el Estado será entonces, ¡hagámosle posible!, Estado.
En ese clima podrá hablarse de cultura de la libertad y es que, para mí, la Sociedad es su Cultura. Entiendo que la cultura es el conjunto de formas de ser y expresarse, el conjunto de la vida de la sociedad, de una sociedad y la memoria histórica que la impregna, en la que está acumulada y actuante toda la experiencia que perdure, que conserve valor para la acción o el pensamiento actual.
Buena parte de ese acervo de experiencia y presencia será en nuestro caso el de más de 50 años de vida en la Revolución. Y lo que importa ahora, los resultados. ¿Y cómo hacerlos servir como basamento de esta Sociedad novísima porque desburocratizada y desestatizada que nos proponemos construir en corto plazo? Es la pregunta (sub)textual que se hacen los Lineamientos al mismo tiempo que llaman a la complicidad-compromiso que supone aprobarlos previas críticas, reflexiones y proposiciones.
¡Sí! ¡Digo en alta voz, me comprometo!, pero quiero una Sociedad de la Libertad, es decir, un Socialismo de la Libertad. Libertad, palabra que se afirma categóricamente y sin embargo tiene tal carga de ambigüedad pese a que supone clave absoluta de todo ordenamiento jurídico porque obliga a preguntarse de inmediato dónde y hasta dónde mi libertad, la mía, y desde dónde y cuándo se inicia la del prójimo.
No hay modo de convivencia social sin esclarecer y fijar aquí y para cada acto de convivencia cercana o lejana y hasta virtual el carácter, la interpretación que hacemos de esta palabra. El Contrato Social es como sombra exigente y El Espíritu de las Leyes que exige que no se contradiga a la Naturaleza para no correr el riesgo de la inaplicabilidad de la ley (la ley, expresión del límite). Para buscar asidero nos iremos a latinizar. El vocablo de origen sería “líber”, persona que alcanza la madurez activa, procreativa, y tendrá acceso en tanto ya hombre a la condición ciudadana, capaz de este modo de asumir responsabilidades en la comunidad. Es entonces cuando recibe la toga “virilis” “toga libera”. El recurso a la lingüística, la lupa sobre la evolución del significado, suele convertirse en trampa, es decir, dejarnos siempre atrapados en el límite o la ambigüedad. Con mayor probabilidad si nos adentramos en la historia que es también la teológica y nos encontramos con San Agustín afirmando que “libertas” será la bienaventuranza eterna en la que ya el pecado no tiene lugar, en tanto queliberum arbitrium, el libre arbitrio, expresa la posibilidad de elegir entre el bien y el mal a partir de la voluntad y la razón. Me ahorro aquí la reflexión sobre la gracia. Sería entonces el libre albedrío el equivalente más cercano a libertad como hoy lo entendemos pero el origen latino es el mismo, líber, liberum. En nosotros libertad. Si todo esto anoto es para subrayar que la trampa límite y la ambigüedad estarán siempre rondando y las interpretaciones se darán en la lucha política según conveniencia. Cosas veremos decía el Arcipreste. Cosas veremos y teorías e impugnaciones no faltarán.
El concepto mismo libertad como libre elección, está presente de forma directa o implícita o en la virtualidad de análisis y aplicaciones en los textos de nuestros pensadores más destacados de la primera mitad del siglo XIX y en el Padre Félix Varela con citas precisas de algunos filósofos entre aquellos que iluminaron el camino de la Revolución Francesa. Tengo un folleto publicado por Emilio Roig de Leuchsenring que recoge títulos de la Biblioteca del Padre Varela recopilados por el entonces Arzobispo de Cienfuegos, Monseñor Martínez Dalmau y es impresionante. Esos títulos están hoy incluidos en la Biblioteca del Seminario.
Sociedad-cultura-Socialismo de la Libertad. ¿Cómo arbitrar el libre arbitrium? ¡Vaya pregunta la que me hago! Pero reacciono y me digo, nada más fácil que asegurando la racionalidad y sencillez de las leyes con que la Sociedad se organice y tendrá que reorganizarse prohibiendo todo exceso de prohibiciones, aún establecidos por leyes y decretos que han llegado a ser inconcebibles e inaplicables. El Banco Nacional exigía, y no sé si aún exige, una certificación que cuesta 5 CUC para hacer factible por ratificación de la validez de cuenta bancaria un pago de 1 CUC 20 centavos. Solo a un demente (o a varios) se les ocurre semejante desvarío. Es uno de los que me ha tocado directamente. El orden jurídico racional y natural es un camino. Y tengo entendido que algunos de ustedes son juristas, o en camino de serlo, y hasta con brillo ¿será verdad? Si así fuese, podréis seguirme y enriquecerme acaso.
Tendremos en el marco de este Socialismo de la Libertad que aprender a administrar nuestros bienes. Me diréis que esa es tarea de la cúpula y en particular del Ministro de Finanzas y de su equipo. Así es seguramente. Pero el marco de nuestros bienes es más amplio y seguramente tendrá que tener otros planificadores y me digo tal vez sea el Ministerio de Educación Superior el que esté obligado a cálculos precisos en la dirección del dardo y abierto a opciones varias. ¿Qué es, qué ha sido, qué será de nuestros universitarios, qué está siendo? Es esta tarea principal de nuestra Sociedad, de nuestro Socialismo de la Libertad, en la que a toda costa queremos y debemos ser mejores. Ese es tal vez el bien principal de que disponemos, el saber, el talento y tal vez hasta la sabiduría. El saber puede enseñarse y extenderse, lo hemos propagado por los caminos de la enseñanza, la sabiduría se da en el individuo, en la persona, es acontecer excepcional y resulta intransferible como tal pero puede ser irradiante, movilizar otros talentos e iluminarles y si en el campo de la ciencia se diera, se nos diera, puede resultar factor de desarrollos y sorpresas más que valiosas. También para la industria; o encontrar soluciones a problemas de diverso carácter, en el campo de las biotecnologías, la medicina, por citar los que han sido evaluados de modo especial.
No solo disponemos de médicos. ¿Qué hacer con nuestros universitarios en general, cómo cuidar de ellos, cómo lograr que esta desproporcionada, grandiosa acumulación de talento cultivado resulte, hasta dónde factible, aprovechada racionalmente? Será creo, tarea de todos, de las cúpulas, de niveles en horizontalidad relativa; también de las Universidades y del Poder Popular que, hasta desde la circunscripción, tendrá que preguntarse qué hacer ¿Y qué harán ustedes, jóvenes universitarios un día graduados? Hay que irse preparando. Ya no será el Estado quien les absorberá. Tal vez sí, en algunos casos. Seguramente no en otros muchos. Creo firmemente que por todas partes hacen falta grupos de reflexión y propuestas, es decir, para mejor entendernos, de think-tanks, para esta maravillosa realidad devenida problema. Y que exige talento y más talento actuando o asesorando.
Regreso a mis primeras afirmaciones, reflejo de convicciones muy profundas, la persona es primero, en su autonomía, en su pensar desde sí, en la elección agustiniana sin pecado acechante, dueño de su razón, esa conciencia propia donde el hombre decide.
La dignidad plena del hombre, ese principio que inspira y ha inspirado la Revolución y a sus protagonistas en tanto que revolucionarios hasta la raíz, radicales, solo podía tener lugar en clima de pasión libertaria, liberadora. Y una vez conquistado bien tan precioso y de tanto costo en vidas no se trataba tan solo de ejercerla y vivirla en plenitud, se trataba de fundar y fundar. En la realidad social transformándola y en el alma, en las conciencias.
No ha quedado rastro de la Oligarquía intermediaria del Imperio que ejerció directamente y de ese modo, la explotación de nuestro pueblo, aplastándole y alienando a la persona hasta impedir toda posibilidad de realización en plenitud o de acercarse a ella. Y de fundar en el alma, en la conciencia fundar rebeldía moral, esa cada vez mayor y lúcida rebeldía que nos ha permitido cuanto hecho y ahora, hoy, a mí, en Santiago de Cuba, en su Universidad y con sus estudiantes descubrir, aún si no llegareis a mostraros por timidez o pudor, ese potencial de renovación espiritual, de refundación moral de que sois portadores por jóvenes. Por muchas razones pero también porque sois jóvenes. Sois el cemento que hará posible, si posible, lograble y debe ser lograda, la salvación de la Revolución en su vocación Socialista, es decir, solidaria y fraterna, en términos internos, cubanos, e internacionales. Se trata de salvar la patria entendida como identidad espiritual que nos une en secreta e invisible comunión.
Por eso estoy aquí, no porque me ande creyendo en perfecciones, sino porque convencido de que estamos ante oportunidad excepcional refundadora y en mi soñar voluntarista ante la posibilidad de que el Socialismo que quisiéramos sea diseñado desde una realidad de vocación renacentista, que no renuncie al espíritu de apertura al saber universal e irrestricto, y a la Belleza como ámbito.
Estoy aquí convencido de que puede ser convertida esta Universidad en Think Tank, en cuerpo vivo pensante, bastión de la transformación profunda que en el orden intelectual y ético tenemos que sembrar en las conciencias para que la Sociedad que irá surgiendo de la ruptura del dogal burócrata y que surgiendo irá, arrancada de ataduras desnaturalizantes en el proceso de desestatización, sea la que soñamos. Se trata de un proceso complejo y urgente, entrelazado y para algunos, acaso, desgarrante pero irrenunciable y saneador. De él renacerá la Sociedad y exigirá sus formas y las encontrará; se trata de prepararse a fondo, con rigor, en profundidad para entregarse a tan responsable tarea.
Líber será aquel que adulto ya resulta libre porque accede a la condición de ciudadano. Es decir, a una cierta plenitud de derechos que llega acompañada de obligaciones inherentes a su incorporación a la Sociedad. Líber-Libre ya desde los orígenes libertad y compromiso, forjados en unidad; unidad (inter)respetuosa.
Y en la Revolución, nuestro ámbito, diré que es logro mayor lo que ahora se confirma, crece y se renueva, participar como ciudadano, persona sí, persona que, por instruida y cultivada persona más persona en plenitud del término. La persona es primera, siempre y en cualquier circunstancia (y nivel de desarrollo) pero hoy más que nunca y con mayor claridad y verdad.
José Martí, sagaz observador, filósofo, pudo resumir en frase iluminante “ser culto para ser libre”, pensamiento, reflexión sintética que convendría también tomar por advertencia. Culta la persona sí, culto el pueblo, uno a uno (no me interesa la muchedumbre), culta la Nación. Y culto supone refinado, advertida la sensibilidad. Es entonces y parece una paradoja lingüística a fuer de deformaciones y prejuicios cuando la cultura, la espiritualidad se convierten en la coraza más firme al influjo de la banalidad, ese recurso sutil del Imperio y de sus Medios que vacía el alma para casi simultáneamente llenarla de basura.
Esta vez me apoyaré en Marx y en Engels, por separado.
Como tal vez algunos de ustedes han apreciado el mal uso de sus textos y las tergiversaciones, legalizadas abusivamente, ha dejado huella tan lastimadora que a veces se renuncia al disfrute de los originales. Leer la correspondencia y artículos de Carlos Marx es sentir un ejemplo de enciclopedismo inagotable, de esa mezcla del saber y la investigación que se expresa en el rigor; y retomar El Capital es, para mí, confirmar pese a sus características temáticas, que Marx es ante todo un pensador de la ética, sumido en sus esencias y al que siempre y ante todo importa el Hombre y su desalienación. Entonces me atreveré a afirmar que si el Socialismo le resulta inherente, es el fundador, tendría que ser el Socialismo ante todo expresión de espíritu libertario. La cita que he seleccionado recordará a los reductores que Marx jamás confundió la ley que no concierne con la ley que puede concernir. “Las condiciones de producción condicionan la Historia pero no del modo en que operan en la Naturaleza las cadenas causales” y recuerda que “ni la alienación ni la objetivación son procesos que ocurren en la Naturaleza”. Y más tarde “el Hombre en el período de la explotación es, a la vez, tanto el productor de su propio producto, como agente histórico no confundible con un producto”. Es algo más y distinto, subrayó. Y es que esa contradicción no es inmóvil, se expresa en la praxis, en la acción.
De Engels algo que da largamente razón a los orígenes y características de la Revolución Cubana. “Los hombres hacen su historia a base de condiciones reales, anteriores (entre las cuales figuran caracteres adquiridos, las deformaciones impuestas por el modo de trabajo y de vida, la alienación, etcétera, etcétera) pero los hombres y no las condiciones anteriores hacen la historia”. Subrayo… los hombres y no las condiciones anteriores hacen la historia”.
No idealizo. Solo me digo y me pregunto-pregunto ¿Si es a los hombres libres y cultos y ciudadanos a los que toca hacer la historia, sus protagonistas?, ¡por favor hagámosla! Decir esto en Santiago de Cuba, y con y ante sus estudiantes y ante profesores de su Claustro me avergüenza pero aquí estoy y no sabría callar.
¡Se estremece el alma sabiendo que todo es posible! Y que no alcanzan las palabras para transmitir esa convicción y ese soñar despierto, ansioso de que todos despierten para que soñar y actuar eficazmente sea posible.
Si logramos esta Sociedad Socialista moderna, desburocratizada y a que ese proceso desestatizante implícito contribuya a que respirar sea un placer de matices inéditos porque más hondo y abierto, ¡valdrá la pena!
Y ese es el signo, crear, crear, crear.
De nuevo el ciudadano y la refundación del concepto. De nuevo el tejido de la Sociedad en que la Democracia Socialista será Democracia Socialista. ¿Será esta Sociedad nueva, Socialista de veras, capaz de refundar el tejido social que tendría que ser “su democracia”, “la nuestra”? ¿Será el Poder Popular tan solo popular o será igualmente poder? ¿Y si, ya popular, poder fuese, bastará ese tejido para asegurar la urdimbre fraterna y solidaria que tendremos que ser, apretados pero no confundidos, con centros de pensamiento realmente activos pese a tanta correa de transmisión que parece maleza? ¡No más maleza, crear, crear, crear siempre!
Me callo, quisiera oírles.
14 de febrero, 2011
Texto inicial de Alfredo Guevara en el primero de sus varios encuentros con los estudiantes de la Universidad de Santiago de Cuba (14-15-16 de febrero).
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