El clásico dilema hamletiano ya no remite a las brumas de Dinamarca. Ahora acucia en la sala de situación de la Sra. Hillary Clinton: ¿será o no será constructiva la gira tricontinental del presidente Hugo Chávez?
Hasta el momento, los asesores del Departamento de Estado no han llegado a una conclusión, a juzgar por la declaración de un portavoz de la secretaria de Estado, el Sr Philip Crowley, quien explicó en conferencia de prensa que, tras cavilar el asunto, “me resulta difícil ver cómo el actual viaje del presidente Chávez puede ser considerado constructivo”.
Apenas 48 horas después de que Barack Obama admitiera el derecho de Venezuela a utilizar la tecnología nuclear, Clinton comenzó a trabajar sobre el segundo concepto esgrimido por el presidente: Chávez “debe obedecer” las políticas dictadas por Washington en esa materia.
Allí estriba la duda de Crowley, quien a la luz del acuerdo de Venezuela con Rusia en torno a la transferencia de tecnología para el uso pacífico de la energía atómica, se ha puesto a observar los acuerdos firmados por Chávez en los días siguientes con los gobiernos de Irán y Siria. Tampoco aquí llega Crowley a conclusiones terminantes: “Vamos a ver primero si alguno de estos acuerdos resulta en algo y, si lo hacen, estudiaremos si constituyen una violación de resoluciones del Consejo de Seguridad y de las sanciones contra Irán”, explicó.
Estrategia de aproximación
La Casa Blanca confirma así que teme la onda expansiva de un paso en falso en su inexorable escalada de denuncias contra Venezuela. Las dudas de Mr Crowley expresan la vacilación de los estrategas de la Casa Blanca para afrontar esta ofensiva diplomática geoestratégica de Chávez. En rara combinación de cinismo y vacilación, el portavoz explicó que su gobierno está “abierto a buscar vías para reducir tensiones”.
Tanta apertura conmueve. Pero no confunde. Washington responde a relaciones de fuerzas concretas que van anudándose desde hace años en detrimento de su hegemonía y se hacen más visibles día a día. La gira tricontinental de Chávez tiende a plasmar esa efervescente situación política planetaria en nuevos bloques de poder eficiente.
Ayer, cuando en conferencia de prensa en el Palacio del Pueblo de Damasco el presidente Bashar al Assad anunció que Siria se incorpora al Alba, pudo pensarse que, efectivamente, un nuevo polígono de fuerzas se delinea en el horizonte. Un día antes Mahmud Admadynejad había aludido a “un frente amplio de América Latina hasta Medio Oriente”.
Es sugestivo otro concepto emitido por Crowley: “Vamos a ver primero si alguno de estos acuerdos resulta en algo”. Washington confía en que las múltiples presiones en curso se combinen con la lentitud e ineficiencia de ciertos acuerdos y desemboquen en la imposibilidad de concretar, a tiempo, un bloque suficientemente poderoso como para frenar la dinámica guerrerista de Estados Unidos.
Será a partir de esa evidencia que los estrategas imperialistas sabrán a ciencia cierta el saldo de la gira de Chávez.
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El autor es director de la revista América XXI
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