Patrick Martin
La llegada de Hifter a Bengasi fue recogida por primera vez por Al-Yazira el 14 de marzo; seguidamente, el virulento y belicista tabloide británico Daily Mail, le hizo un retrato halagador el 19 de marzo. El Daily Mail describía a Hifter como una de las “dos estrellas militares de la revolución”, que “ha regresado recientemente del exilio en Estados Unidos para prestar a las fuerzas rebeldes cierta coherencia táctica”. El periódico no se refería a sus conexiones con la CIA.
McClatchy Newspapers publicó un perfil de Hifter el domingo. Titulado “El nuevo líder rebelde pasó la mayor parte de los últimos 20 años en los suburbios de Virginia”, el artículo señala que fue comandante del régimen de Gadafi hasta “una desastrosa aventura militar en Chad a finales de 1980”.
Hifter se pasó entonces a la oposición anti-Gadafi y con el tiempo emigró a Estados Unidos donde vivía hasta hace dos semanas, cuando regresó a Libia para tomar el mando en Bengasi.
El perfil de McClatchy concluía: “Desde que llegó a Estados Unidos en la década de 1990, Hifter vivía en los suburbios de Virginia, a las afueras de Washington, DC”. Citaba a un amigo que afirmaba no saber qué hacía Hifter para mantenerse y que se ocupaba en ayudar a su numerosa familia”.
Para los que sepan leer entre líneas, este perfil es una indicación apenas disimulada del papel de Hifter como agente de la CIA. ¿Cómo, si no, un alto ex comandante militar libio entraría en Estados Unidos en la década de 1990, pocos años después del atentado de Lockerbie, para instalarse después cerca de la capital de Estados Unidos, si no fuera con el permiso y la ayuda activa de los organismos de inteligencia estadounidenses? De hecho, Hifter ha vivido en Vienna, Virginia, a unas cinco millas de la sede de la CIA en Langley, durante dos décadas.
La agencia estaba muy familiarizada con el trabajo político y militar de Hifter. Un informe del Washington Post de 26 de marzo de 1996, describe una rebelión armada contra Gadafi en Libia y utiliza una variante ortográfica de su nombre. El artículo cita testigos de la rebelión que informan que “su líder es el coronel Haftar Jalifa, de un grupo al estilo de la contra basado en Estados Unidos denominado Ejército Nacional Libio”.
La comparación se refiere a las fuerzas terroristas de la contra financiadas y armadas por el gobierno de Estados Unidos en la década de 1980 contra el gobierno sandinista en Nicaragua. El escándalo Irán-Contra, que sacudió a la administración Reagan en 1986-87, consistió en la exposición pública de la venta ilegal de armas de Estados Unidos a Irán con cuyos los ingresos se financió a la contra desafiando una prohibición del Congreso. Los demócratas del Congreso cubrieron el escándalo y rechazaron la petición de un juicio político a Reagan por patrocinar actividades flagrantemente ilegales de una camarilla de ex agentes de inteligencia y asistentes de la Casa Blanca.
Un libro de 2001, Manipulations africaines, publicado por Le Monde Diplomatique, remonta más atrás incluso la conexión de la CIA, a 1987, informando que Hifter, entonces un coronel del ejército de Gadafi, fue capturado cuando combatía en Chad en una rebelión respaldada por Libia contra el gobierno de Hissène Habré, apoyado por Estados Unidos. Él desertó al Frente de Salvación Nacional Libio (LNSF, en sus siglas en inglés), el principal grupo de oposición a Gadafi, que contaba con el respaldo de la CIA estadounidense. Organizó su propia milicia que operaba en el Chad hasta que Habré fue derrocado por un rival apoyado por Francia, Idriss Déby, en 1990.
Según este libro, “la fuerza de Haftar, creada y financiada por la CIA en el Chad, se desvaneció en el aire con la ayuda de la CIA poco después de que el gobierno fuera derrocado por Idriss Déby”. El libro también cita un informe del Servicio de Investigación del Congreso del 19 de diciembre de 1996 según el cual el gobierno de Estados Unidos prestaba ayuda financiera y militar a la LNSF y un número de miembros LNSF fueron trasladados a Estados Unidos.
Esta información está disponible para cualquiera que haga una búsqueda, incluso superficial, en Internet; sin embargo, no ha sido mencionada por los medios de comunicación controlados por las corporaciones de Estados Unidos, excepto en el envío de McClatchy que evita cualquier referencia a la CIA. Ninguna de las cadenas de televisión ocupadas en alabar a los “luchadores por la libertad” del este de Libia, se ha molestado en informar de que estas fuerzas están ahora al mando de un antiguo colaborador de los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
Tampoco los liberales ni la “izquierda” entusiasta de la intervención de Estados Unidos y Europa lo han señalado. Están demasiado ocupados aclamando a la administración Obama por su multilateralismo y por su posición “consultiva” sobre la guerra, supuestamente tan diferente del enfoque unilateral y “vaquero” de la administración Bush en Iraq. Que el resultado sea el mismo —muerte y destrucción lloviendo sobre la población, la soberanía y la independencia de un país ex colonial pisoteadas— no significa nada para esos apologistas del imperialismo.
El papel de Hifter, acertadamente descrito hace 15 años como el líder de un “grupo al estilo de la contra”, demuestra las verdaderas fuerzas de clase que están operando en la tragedia libia. Cualquiera que fuera la genuina oposición popular que se expresó en la rebelión inicial contra la dictadura corrupta de Gadafi, esa rebelión ha sido secuestrada por el imperialismo.
La intervención estadounidense y europea en Libia no está dirigida a llevar la “democracia” y la “libertad” sino a instalar en el poder títeres de la CIA que gobernarán tan brutalmente como Gadafi, al mismo tiempo que permitirán a las potencias imperialistas saquear los recursos de petróleo del país y usar Libia como base de operaciones contra las revueltas populares radicales del Oriente Próximo y de África del Norte.
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