“Rodolfo Walsh dirigió a la junta militar argentina una carta acusatoria que quedará para siempre como una obra maestra del periodismo universal”, dice Gabriel García Márquez. “La escribió desde la clandestinidad, en Buenos Aires, la ciudad hermosa y desdichada donde su compatriota y colega Jorge Luis Borges, candidato finalista al Premio Nobel, recibió alborozado una condecoración infame de Pinochet y aclamó a los gorilas argentinos como los salvadores de su patria”.
Rodolfo Walsh fue detenido-desaparecido el 25 de marzo de 1977, a un año y un día del último golpe de estado cívico-militar ocurrido en Argentina. Ese día y los subsiguientes nada publicaron los diarios La Nación, Clarín y El Día sobre la suerte corrida por uno de los intelectuales que, dentro del campo literario, había encontrado una vuelta de tuerca a las formas de la novelística, entre otros muchos méritos.
“Rodolfo Walsh” es el nombre que lleva un premio que otorga la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Un premio que no tiene las famosas ternas, y que no disimula la arbitrariedad contenida en cada premio (desde el Oscar al Nobel, pasando por todos).
En su nota “Polémica por el premio a la libertad de expresión que hoy le darán a Chávez”, el diario Clarín nos dice que “ la presidenta de la Comisión de Libertad de Expresión de Diputados de la Nación, Silvana Giudici también rechazó la distinción, y recordó «las decenas de periodistas encarcelados por delitos de opinión» que habría en Venezuela”. Dos cosas mínimas: las negritas están en el original, y el potencial también.
Esta diputada de la misma manera que el citado diario no han hablado en lo más mínimo de los casos de periodistas asesinados en Honduras, por ejemplo.
Este diario agrega que “la llegada de Chávez también coincide con un agravamiento de la condiciones para el ejercicio de la libertad de prensa en Argentina, por el bloqueo de este domingo a la circulación de Clarín y La Nación ”, faltando a la verdad. Lo que hay es un conflicto gremial debido a que esta empresa niega la libertad sindical entre sus trabajadores. Ahí radica uno de los vestigios más profundos de los dictámenes dictatoriales: la prohibición de libre asociación gremial de los trabajadores, en flagrante incumplimiento de lo dispuesto por la Constitución nacional.
El diario platense Hoy, no es menos que Clarín, sosteniendo en boca Daniel Sabsay que “si hay un presidente que no debe ser galardonado por la libertad de expresión, ese es Hugo Chávez”, y en la de Félix Loñ quien dijo que tal reconocimiento “es un horror. Creo que darle un homenaje a una persona que ha atacado el periodismo y cerrado medios de comunicación es totalmente inmerecido”. A la vez que desde el diario se dice que “estas distinciones entraron en discusión por la arbitrariedad de las figuras galardonadas, que iban de Joaquín Morales Solá a Miguel Bonasso, entre otros”.
El centenario diario platense El Día titula que “ Chávez visita La Plata en medio de una dura polémica”, citando en el texto a Giudici, quien dice que "es una contradicción que le den a Hugo Chávez un premio vinculándolo con Rodolfo Walsh", y además la diputada agrega que "la gravedad es que la de La Plata es una universidad pública que forma periodistas que tienen que tener una visión y formación amplia, plural y objetiva" (¿no será por eso mismo que la diputada cita: visión amplia y plural –la objetividad es tema harto complejo como para sostenerlo sin contradicción filosófica al menos- que es genuino que sea distinguido este mandatario?). En tanto que diputados PRO de la legislatura provincial bonaerense presentaron un proyecto repudiando el acto.
Todos se muerden la cola. Basta recordar un episodio reciente: el affaire González-Vargas Llosa, y simetrizar la cuestión. Pero por otro lado, es conocido el papel desempeñado por Morales Solá como periodista durante la última dictadura, lo que desnuda aun más a aquellos que se rasgan las vestiduras en nombre de Rodolfo Walsh al momento en que se le otorga este premio a Hugo Chávez.
La más dura de las notas, en mi opinión, corresponde a la editorial 1 del diario La Nación. Pero antes de referirme a la nota, prefiero hacerlo sobre este diario, que abiertamente apoyó a la dictadura que detuvo-desapareció a Rodolfo Walsh, entre tantas otras masacres apoyadas y promovidas a lo largo de su historia, que puede bien correlacionarse en génesis con las ideas político-ideológicas de su fundador: Bartolomé Mitre.
Este diario titula “ Hugo Chávez, una visita no grata”, poniendo seguido que “indigna que se reciba con honores a quien gobierna en forma autoritaria bajo una mera apariencia de democracia”. En el cuerpo de la editorial se explicita el significado de “mera apariencia”. Se dice que “con sólo una apariencia de democracia, Venezuela está muy lejos de calificar como país que la respeta. La situación recuerda, salvando las distancias, que en 1936, en tiempos de Stalin, la Unión Soviética promulgó una constitución liberal mientras, en los hechos, se masacraba a los campesinos, llamados kulags , y se llevaban a cabo presuntos juicios que, en realidad, poco tenían de tales y eran tan sólo un show perversamente manipulado por el gobierno”.
“ La historia, queda visto, se repite”, sosteniendo antes que “esa constitución soviética aseguraba la libertad de opinión, de prensa y de reunión. Ninguna de esas libertades, en rigor, existía. La diferencia entre la ficción democrática y la realidad autoritaria de entonces tiene paralelos con lo que hoy lamentablemente sucede en Venezuela”.
¿Puede darse algún maniqueísmo más arbitrario en la interpretación histórica?
¿Qué distancias hay que salvar para comparar inconmensurables? Los inconmensurables carecen de homología. Los modelos soviético-stalinista y venezolano-bolivariano son inconmensurables históricos, sin que esta aseveración implique un relativismo a ultranza.
El diario La Nación (vale decirlo una vez más, que ha apoyado sistemáticamente todas las dictaduras argentinas) sostiene que “ Chávez, armado hasta los dientes, ha gastado siderales sumas de dinero en armamentos de todo tipo, que incluyen aviones de caza rusos y chinos, y helicópteros rusos, así como buques de guerra, submarinos, sistemas defensivos de última generación, fábricas de fusiles de asalto, distintos tipos de tanques de guerra, misiles antiaéreos y antitanques. Lo llamativo, casi insultante, es que suele pontificar al mundo disfrazado de pacificador, como acaba de suceder en su fallido intento de mediar en el conflicto libio y, antes, con el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad”.
¿Es necesaria alguna aclaración al respecto? Quizá sólo dos: pensar en el depuesto presidente Zelaya y, con todo el terror del mundo, pensar en los pacíficos aviones de la OTAN sobrevolando la milenaria Trípoli libia.
Que estos diarios sostengan lo que sostienen sobre Chávez a nadie debería sorprenderle, dado que su libertad de expresión está enraizada en la libertad de empresa, y por eso todas sus flores destiñen el color de los intereses (económicos y de clase). Sabemos que están anclados en las posiciones reaccionarias y conservadoras de un sector político-ideológico igualmente reaccionario y conservador. Reaccionarias por oponerse a las decisiones amplias que trascienden las formalidades de las democracias digitadas, inclusive apoyando procesos de represión social cuando sus intereses son afectados; y conservadoras por los aportes perseverantes que realizan en defensa del status quo (reaccionario y conservador pueden ser categorías indisociables, posiblemente).
Lo que me ha llamado la atención es la utilidad de sectores estudiantiles de izquierda, quienes enredados en su cotidianeidad política, son usados para menoscabar un proceso complejo y contradictorio –sin dudas- pero que busca en múltiples sentidos la eliminación de la opresión, y dar singular participación a los trabajadores en los proyectos políticos (me refiero, por supuesto, a la revolución bolivariana). Una coyuntura política no puede, bajo ninguna circunstancia, opacar las variadas estrategias de construcción de sociedades diferentes y superadoras de las actuales.
Rodolfo Walsh “el escritor que se adelantó a la CIA” y Hugo Chávez el político que se enfrenta la CIA hoy se encontrarán, y–parafraseando el bello texto de Julio Cortázar “la voz que no se apaga”- dialogarán, y Rodolfo posiblemente le diga y nos diga: “mirá, lo único que se puede esperar es que cosas así no se conviertan en homenajes o en palabrerías, sería una lástima, no te parece”.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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