Los garroteros trujillenses SEGUNDO PEÑA PEÑA/CRONISTA DE MOTATÁN

jueves, 23 de junio de 2011 |


A la memoria de Emmanuel Beauvais
       La Real Academia Española conceptúa al garrotero como el salteador de caminos que ataca alevosamente con garrote, o persona que acostumbra a garrotear, mientras que otra cosa era la tradición trujillana del duelo a garrotes, destinado a dirimir cuestiones de honor o para defenderse.
       Sorpresa nos ha causado una noticia aparecida en la prensa regional donde un dirigente político denuncia que una banda organizada de garroteros estuvo a punto de caerle a palos a los integrantes de un grupo cultural que aspiraba presenciar los actos programados para celebrar el 198 Aniversario de la Firma de la Proclama de Guerra a Muerte; esto nos recuerda a los garroteros haitianos llamados "tontonmacute", quienes tenían el apoyo oficial del dictador François Duvalier "Papá Doc" y luego de su hijo Jean-Claude Duvalier "BabyDoc". A esta agrupación de voluntarios se les encomendó tareas simples como la disuasión de los opositores civiles y terminó asesinando a más de 150.000 personas, además de unirse a una secta vudú para convertirse en una verdadera mafia. A tal punto llegó su macabra obsesión, que ejecutaban la abominable acción de matar niños para untar su grasa en la creencia que los hacía invisibles a sus enemigos. Esto nos da una idea, de lo grave e irresponsable que significa darle poder oficial a organizaciones sin ningún tipo de adiestramiento policial y científica.
       El bravo pueblo trujillano le ha puesto a esta pandilla el exacto gentilicio que tanto pregonan: "los garroteros trujillenses" y son los mismos que ahora imitan a los que ayer tanto criticaban, los garroteros de "La Sagrada" de Juan Vicente Gómez, quienes agredían y atemorizaban a los opositores al régimen.
       En el mundo existe infinidad de ejemplos de camarillas de garroteros que se les fue de las manos a sus propios creadores, volviéndose incontrolables en sus desmanes, ya que comenzaron con la intimidación y la violencia, hasta caer en el asesinato. A las páginas negras de la historia siniestra, pasaron los garroteros "camisas negras" del fascista italiano Benito Mussolini (1883-1945) responsables de innumerables crímenes en contra de inocentes.
       El régimen nazi a la cabeza del genocida Adolfo Hitler (1889-1945) también tuvo sus garroteros, pues recuérdese que en la noche de los cuchillos largos en Alemania, el garrote fue el principal ejecutor y en realidad fueron tres "malasnoches", del 30 de junio al 02 de julio de 1934, donde el maníaco caudillo ordenó una purga para deshacerse de sus adversarios políticos, pero esto devino en el asesinato de cientos de civiles.
       Así comenzó Idi Amín, dictador de Uganda - África Oriental, quien se hizo apoyar por garroteros a sueldo y les dio tanta autoridad que llegaron a matar más de 500 personas; siendo un garrotero su asistente personal, el hombre que le servía carne humana en su mesa, la cual digería con gran voracidad, utilizando lo que restaba de los cuerpos para alimentar a sus cocodrilos.
       Todos los casos de garroteros al servicio de una parcialidad política en el mundo, sobrevinieron en un fanatismo demencial y en la apología de la muerte.
       La megalomanía y la intolerancia, sólo llevan a casos como el del falso religioso Jim Jones, quien, abusando de la idolatría de sus seguidores del llamado templo de Dios, 913 miembros, en Jonestown - Guyana, Brasil, el 18 de noviembre de 1978 les ordenó un suicidio colectivo.
       En esta tierra de María Santísima, tenemos a la vuelta de la esquina, el saludo hitleriano con la mano derecha extendida en alto; claro indicio de que el Armagedón bíblico, capítulo 16, versículo 16, Apocalipsis, está muy cerca en nuestro amado terrón trujillano.
       Sólo nos resta filosofar, que habrá que aplicarle "el principio de Peter", al responsable de darle mando a "los garroteros trujillenses": "todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes" (Laurence J. Peter, 1969)


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